AMARILLO PRIMARIO

Es importante comenzar percatándose de que Mayoya no reproduce modelos, sino que hace mapas, mapas de paisajes interiores por donde viaja su imaginación. Es en ese mapa interior donde las relaciones del color, de los sentimientos y de las tensiones, se exponen uno al lado del otro. Y donde predomina ese amarillo primario que es su sello de identidad.

Con este, su color, entras y avanza en el espacio pictórico, adaptándose a sus juegos emocionales con la irradiación transformadora y expresiva del amarillo que se convierte en el reflejo de su vida y de su luz interior.

Desde 2008, momento en que conocí a Mayoya cuando estudiaba serigrafía artística en la Escuela de Artes y Oficios de Vigo, he ido siguiendo sus pasos representativos que se manifiestan, sobre todo, en esas pequeñas libretas de croquis que siempre la acompañan como una segunda naturaleza donde resplandece toda su intuición pictórica. Una ilusión que ha resumido en la muestra personal “Naturaleza a todo color”, en la Casa Museo de Moncao, en Portugal, con una obra donde el espacio y la luz circulan de una manera racional y libre, entre las distintas superficies creadas por la artista.

He visto trabajar a Mayoya y creo que su forma de crear es una evocación primaria tras la cual surge la reflexión. Por eso su obra es una obra con alma, su propia alma evocada que se piensa a sí misma.

Mayoya nos da una pintura intimista, de armonía y pureza y de una clara tranquilidad donde la argumentación, el refinamiento y lo espiritual se convierten en su propia forma de reflexión y de aproximación a su proceso creativo. Es en este proceso creativo donde he podido ver la constante inquietud de una Mayoya cargada de desasosiego, del horror ante una mancha, un color, una línea sobre un espacio que se vuelve obsesivo cuando del amarillo se trata. Porque la expresión en la obra de esta artista no reside en una pieza aislada, sino en el conjunto de una composición donde está la superioridad de sus fracciones, que es lo que permite acoplar el equilibrio y el ritmo del color, sin alterar los fundamentos de su expresión. Para Mayoya la expresión viene dada por las relaciones, y esto me recuerda a esa frase de Matisse: “Se pueden cambiar las relaciones modificando la cantidad de elementos sin cambiar su naturaleza. Es decir, el cuadro estará hecho siempre con un azul, un amarillo y un verde, cuyas cantidades se modifican”

Los trabajos de Mayoya reposan en la inspiración, en la insinuación, en la sensibilidad y en la costumbre de sus delicadas transparencias acrílicas, que conservan las huellas del pincel.

Mayoya se ve siempre forzada a la alteración, a la recalificación sucesiva de sus obras, dado que surgen de su experiencia, de su estado de ánimo que siempre se balancea entre la sencillez y el intento de percibir el suceso.

 Nelson Villalobos